"La mujercita"

Posted: lunes, 6 de diciembre de 2010 by Cristhian Zamudio Calla in
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Sabe uno cómo la miraba. Quizá mis ojos se asemejaban a ojazos de pulpo. Quizá mis parpados no oscilaban por temor a dejar de verla, segundos. Si los gritos de una enojada señora no retumbaban en mis oídos, probablemente hubiese seguido mirándola, a pesar de ya no encontrase allí.

Recuerdo que devolvió mi mirar con cierto recelo. Sabía quien era. Me había visto algunas veces, en el mismo lugar de siempre.

Usualmente se recuerdan las cosas primeras que le acontecen a uno; por mi parte, los últimos hechos son –casi siempre- más oportunos: el último beso, el último partido de fútbol, el último amor.
La mujercita, sabe uno cómo se llame, se encontraba en pie mientras examinaba pomposas frutas. Creo que de tanto ver, se animó por elegir manzanas ¿o eran peras? Yo, situado a pasos de de ella pude compararla. Había crecido de sobremanera, su presencia desconcertaba. El rostro yacía más primoroso y grácil que antes, los ojos grandes y fijos; seguían manteniendo sus tonos de miel, los labios sí no habían cambiado, pequeñitos y herméticos, causaban el mismo delirio de antaño. Lo que más me asombró fue verle los pechos grandes. Era inevitable observar su escote. A veces Se crece más rápido de lo que se cree.
En todos nuestros encuentros, habrán sido cinco o seis, no pasó por mi mente acercármele. Su sola presencia bastaba para quedar paralizado. Aún cuando contemplase sus cándidas mejillas o el subyugante fulgor de sus labios… ¡Ay! ¡Pero que estremecimiento recorre todo mi cuerpo!

El número de sus años es lo que más me perturba. Hacía un tiempo (presumo dos años) le calculaba 15 ó 16. Más allá de eso, ansío verla. La veo en todos lados. Incluso entre estas líneas. Nadie puede sustituir su angelical rostro.

Sé dónde encontrarla, en el súper mercado de la calle X. Probablemente los fines de semana, y por las mañanas. La vez anterior también compraba frutas, si mal no recuerdo. Tal vez viva no muy lejos de casa. A lo mejor se encuentre sola. Es raro que una morenita como esa acuda al súper mercado sin compañía. Por lo que advertí, ha de ser tímida y desconfiada. Sus ojos me lo dicen. Posiblemente viva con pocas personas, tal vez solo con la madre (si es que la tiene). Ha de ser hija única.

Más allá de las especulaciones, esperaré el próximo fin de semana para verla. No me interesa hablarle. Tampoco pretendo escuchar su voz, ya me he decepcionado en numerosas oportunidades. “A lo sumo hablaré para mis adentros fruslerías momentáneas. A lo sumo la querré en mis pensamientos. Y cuando se vaya, me volveré y evocaré su postura, su adusta mirada, su castaño cabello terso y la seguiré mirando”.

1 comentarios:

  1. Rapsodah says:

    ay chis! cuidado con el delirio de persecución jaja la vas a espantar si siempre t encuentra y no le dics algo xD