El parapléjico mentiroso / El borracho sincero

Posted: lunes, 9 de septiembre de 2013 by Cristhian Zamudio Calla in Etiquetas: , ,
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El parapléjico mentiroso
Lunes 2 de septiembre (Once y pico de la noche)
Foto: Difusión

Un parapléjico sube (sí, sube) a un autobús cuyo estribo solo puede ser abordado por personas de grandes zancadas. Sin embargo – nadie en el autobús sabe cómo-, el parapléjico ha subido.

Los pasajeros han advertido su presencia recién cuando el parapléjico ha recorrido el transporte (con ayuda de sus manos). Durante su trayecto, el muchacho no ha pronunciado palabra alguna. Ha dado la impresión de que es un parapléjico mudo. Solo se ha limitado a dar de golpes a un pequeño galón que lleva entre sus piernas invisibles. Una, dos, tres, hasta mil vueltas ha dado por el autobús. La gente –mil y un veces- se ha apiadado de él: ha colmado sus inquietas manos con monedas de todos los tamaños.

Después de las mil y un vueltas, el parapléjico se ha dispuesto a bajar (sí, se ha dispuesto a bajar) del autobús. Esta vez, todos -hasta el cobrador que se encuentra en la puerta de subida- han querido ver su destreza. Y vaya que han visto la destreza del parapléjico. Éste se ha parado con rapidez, y ha dado una gran zancada desde el estribo hasta el suelo. Cual Tarzán, se ha dado de golpes en el pecho y ha gritado, como mofándose, una y mil obscenidades.

El borracho sincero
Martes 3 de septiembre (Once y pico de la noche)

Un borracho sube (tambaleante, pero sube) a un autobús cuyo estribo solo puede ser abordado por personas de grandes zancadas y, sobre todo, sobrias. (Sí, también puede ser abordado por parapléjicos mentirosos).

Casi todos los pasajeros del autobús han sido testigos de la osadía del borracho. Sin embargo, nadie sabe cómo ha podido subir al estribo. El borracho -feliz por su logro- se ha sostenido, con ayuda de sus manos, de la barandilla. Y previo anuncio, se ha dispuesto a cantar una canción de borrachos. O mejor dicho, se ha dispuesto a cantar solo el coro de la canción de borrachos.

“Me emborracho por tu amor…”

El coro lo ha repetido una y mil veces.

Cuando ha acabado, ha agradecido la paciencia de su público y les ha pedido – ¡de corazón!- que le regale aunque sea un centavo para el trago más barato de todos. Al parecer es un borracho sincero y pacífico. Sin embargo, la gente se ha alejado de él y lo ha mirado con animadversión.

El borracho ha tratado de recorrer el autobús, pero no ha completado ni una sola vuelta. Ningún pasajero le ha dado ni un céntimo. Por el contrario, han pedido al cobrador, que  estaba en la puerta de subida, que lo bote a patadas del carro. El cobrador, sin embargo, ha sido el único sensato: ha dejado que el borracho se vaya sin ninguna advertencia. 

El borracho ha llegado a la puerta de bajada con lo poco que le ha quedado. Ha intentado descender del autobús, pero no ha podido. Ha caído de cabeza hacia el suelo y se ha retorcido en silencio.