El parapléjico mentiroso / El borracho sincero
Posted: lunes, 9 de septiembre de 2013 by Cristhian Zamudio Calla in Etiquetas: autobús, borracho, Parapléjico
Foto: Difusión |
“Me emborracho por tu amor…”
Permanecer en silencio no quiere decir que otorgas, sino que estás fuera del presente porque la situación no te interesa.
Foto: Difusión |
“Me emborracho por tu amor…”
Mácula, ya hecha una gata fiera. |
Llevo más de media hora esperando un autobús que me traslade a Lurín, distrito ubicado al sur de Lima. Durante mi estancia, en el Paseo Colón, he contabilizado ya cuatro carros colmados. Fiel a mis principios (y a mis finales) decido aguardar un transporte público que, en lo posible, tenga un asiento.
Para mi suerte, una voz retumbante me “invita” a subir a un carro semivacío. Es una cobradora que a primera vista confundo –y no solo por la voz- con un cobrador. “San Bartolo San Bartolo; Lurín Lurín”, grita.
No hay llaves
en mis bolsillos de arena.
No me abren,
si llamo a la puerta.
Estoy tan solo...
en una calle de abejas.
Abejas de todo tipo:
Zánganas sin ganas
obreras, sin Brera.
Abejas sin reinos,
abejas reinas.
Isabel Chimpu Ocllo llamábase una ñusta del incario, madre del Inca Garcilaso de la Vega. Conocía ya ese dato. Sin embargo, muchos de ustedes- especulo- han de ignorarlo, y no los culpo. Mi ex colegio adoptó aquel nombre como homenaje histórico. Y es que claro, había que conmemorar a la procreadora del famoso cronista mestizo. ¡Menudo homenaje que le hicieron!
Estudié pues en aquel colegio de nombrecitos peculiares. Por lo menos se sabía que ese ignoto personaje era una mujer. Isabel era un nombre formal y prudente, pero el apellido distaba mucho de serlo. Así que decidí llamar a la mamá del Inca Garcilaso, y también de los dispares estudiantes: “Chavela”. Chavela Chimpu Ocllo. Era un encaje perfecto.
¿Pero, quién era Chavela?
He de mirar tu rostro
En otros rostros
Tus labios en otros labios
Tus ojos en otros ojos...
He de encontrar rosas
Girasoles, geranios
Flores que primaveren otoños
Ramos que afloren tus manos
He de buscar palabras
versar prosas
Prosar versos
He de escribir tu nombre en cerros
Todo he de hacer
He de emigrar hacia tu norte, Azul
Tocar la puerta del alba
Y encargar a su luz, mi luz.
Sabe uno cómo la miraba. Quizá mis ojos se asemejaban a ojazos de pulpo. Quizá mis parpados no oscilaban por temor a dejar de verla, segundos. Si los gritos de una enojada señora no retumbaban en mis oídos, probablemente hubiese seguido mirándola, a pesar de ya no encontrase allí.
Recuerdo que devolvió mi mirar con cierto recelo. Sabía quien era. Me había visto algunas veces, en el mismo lugar de siempre.