La post metamorfosis
Posted: jueves, 20 de noviembre de 2008 by Cristhian Zamudio Calla in
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Creí- en medio de ese particular acontecimiento- haber visto la metamorfosis de Gregorio Samsa. Su apariencia, aunque pequeña, me indujo a pensar que era él. No sé por qué relacioné al fenómeno con tal personaje, no lo sé. solo sé que fue lo primero que se me vino a la cabeza.
Aquel día llegué a casa cuando la noche estaba en su apogeo. Había estado en la universidad desde temprano tratando de estudiar y ya no podía reprimir el hambte más. Solo comí una hamburguesa.Ya en mi hogar, lo primero que hice fue ir raudo hacia la cocina a ver que había preparado mi madre. Destapé las ollas y quedé sorprendido porque estaban vacías, no había señal de algún tipo de comida. Luego pensé y decidí prepararme algo. Abrí el refrigerador y de lo que pude encontrar selecioné algunas cosas : papas, cebollas, carne picada, culantro (que con su permanencia en la refr se había vuelto amarillo) y no había más. Hice una mezcla imperfecta con estos ingredientes y el producto final no salió tan mal. Parecía lomo saltado .Busqué algunos panes que estaban por ahí escondidos, estaban duros, pero eso no importaba.
No me percaté de que en un lado de la mesa en la cual iba a cenar estaba adherida una cosa extraña que al primer atisbo se me hacía dificil descifrar . Me acerqué hacia tal fenómeno con una curiosidad infinita. Enmudecí cuando lo vi con mayor claridad. Al parecer era un insecto, un insecto de aspecto grotesco y a la ves admirable. Su tamaño era semejante al de una libélula,sus ojos eran horriblemente fijos y oscuros, sus alas eran largas y transparentes. Era en síntesis un insecto contigente. No pude desvíar mi mirada de la suya, quedamos inmutables los dos. Solos, en un silencio incomparable. De pronto me sobrevinieron necesidades raras. Tuve ganas de matarlo, pero luego ese posible acto se torno en repulsión.Me comenzó a doler la cabeza, mi barriga sonaba ya no de hambre, sino de otra cosa menos esa. Quería vomitar; pero no lo hice porque comenzó a desvanecerse ese extraño deseo. Segundos después el insecto, al que yo bautizé desde el primer momento con el nombre de Samsa, voló muy lentamente sobre su propio eje. Retrocedí con cierto temor. Luego volvió al mismo lugar.
Se me ocurrió fotografiarlo. El celular lo tenía en el bolsillo y aunque la camara de mi móvil no era tan buena, igual serviría de algo. Logré hacer la toma, pero cuando vi la imagen no apareció más que un ínfimo punto flavo sobre la pantalla de mi celular. Después de esto llegaron a casa mi mamá y mis tres pueriles hermanas. Mi madre fue a su cuarto, mientas que sus hijas decidieron quedarse en la cocina junto a mí. Aún no veían al insecto. Una de éstas, la más pequeña, se dio cuenta de que algo estaba en la mesa y gritó estrepitosamente. El estruendo se generalizó. Mis otras dos hermanas la imitaron. No soporté aquellos gritos y decidí refugiarme en mi cuarto, a cenar. No me importó el insecto, ni mis hermanas. No me importo nada. Solo saciar mi hambre.
El tiempo en el cual estuve en mi cubil no fue mayor a cinco minutos. Regresé a la cocina para dejar el plato y la tasa que utilizé, en su lugar. Al entrar a la cocina encontré a una de mis hermanas, la mayor de las tres, apunto de pisar con sus inmaculados zapatos al pobre animal que yacía tirado sobre el suelo. Yo atiné a decirle: !No lo mates! Es Gregorio Samsa... ¿ah?
Odio esa expresión.
Al día siguiente, mi hermana, la causante del óbito le contó lo sucedido a mi mamá. Por la descripción que hice yo del insecto ella dijo de que tal animal podría ser algoo sagrado que al parecer traía suerte, y que en su infacia, en la ciudad imperial del Cusco había visto algunos. Lamentó la muerte de aquel insecto ,mientras yo seguí pensando en la posibilidad de que fuese Gregorio Samsa.