"Es posible que mañana muera, y en la tierra no quedará nadie que me haya comprendido por completo. Unos me considerarán peor y otros mejor de lo que soy. Algunos dirán que era una buena persona; otros, que era un canalla. Pero las dos opiniones serán igualmente equivocadas".
Mijaíl Lérmontov.
Yo te quiero, por si lo lees.
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'Entonces te das cuenta de que aquel caballero de brillante armadura que te
enamoró, no es más que sólo un idiota envuelto en papel de aluminio'. Sí
pues,...
SINTESIS DOLOROSA
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Contigo descubrí la profundidad del dolor
Que las lágrimas son sólo un esbozo de lo interno
Del corazón entripado
En un sinfín de sentimientos in...
MY CAT TALK!!!
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Mi abuelita siempre odió los gatos. En nuestro hogar dulce hogar siempre ha
existido por lo menos un amigo felino, y desde siempre mi abuelita los ha
queri...
SOY FELIZ
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(Poema popular)
Soy feliz, feliz, ¡Feliz!
¡Tan feliz como una lombriz!
Soy feliz, feliz , como perro callejero que encontró su hueso...
¡Más feliz!
como ...
¡José María Arguedas también fue indígena!
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¿Quien fue José María Arguedas?
José María Arguedas fue un literato peruano que perteneció a la “Corriente
Indigenista” la cual, alcanzó su apogeo en 1958....
EL PROBLEMA DE MIS CIENES
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Vallejo no tiene nada que envidiarme, esta es la mas quemada.
Ando con mis manos Húmedas
Por la vereda siento el frío que congelan y queman mis huesos, mis...
Llevo más de media hora esperando un autobús que me traslade a Lurín, distrito ubicado al sur de Lima. Durante mi estancia, en el Paseo Colón, he contabilizado ya cuatro carros colmados. Fiel a mis principios (y a mis finales) decido aguardar un transporte público que, en lo posible, tenga un asiento.
Para mi suerte, una voz retumbante me “invita” a subir a un carro semivacío. Es una cobradora que a primera vista confundo –y no solo por la voz- con un cobrador. “San Bartolo San Bartolo; Lurín Lurín”, grita.
Isabel Chimpu Ocllo llamábase una ñusta del incario, madre del Inca Garcilaso de la Vega. Conocía ya ese dato. Sin embargo, muchos de ustedes- especulo- han de ignorarlo, y no los culpo. Mi ex colegio adoptó aquel nombre como homenaje histórico. Y es que claro, había que conmemorar a la procreadora del famoso cronista mestizo. ¡Menudo homenaje que le hicieron!
Estudié pues en aquel colegio de nombrecitos peculiares. Por lo menos se sabía que ese ignoto personaje era una mujer. Isabel era un nombre formal y prudente, pero el apellido distaba mucho de serlo. Así que decidí llamar a la mamá del Inca Garcilaso, y también de los dispares estudiantes: “Chavela”. Chavela Chimpu Ocllo. Era un encaje perfecto.
Sabe uno cómo la miraba. Quizá mis ojos se asemejaban a ojazos de pulpo. Quizá mis parpados no oscilaban por temor a dejar de verla, segundos. Si los gritos de una enojada señora no retumbaban en mis oídos, probablemente hubiese seguido mirándola, a pesar de ya no encontrase allí.
Recuerdo que devolvió mi mirar con cierto recelo. Sabía quien era. Me había visto algunas veces, en el mismo lugar de siempre.
Yacía en su cuarto. Caminaba de un lado para el otro sin poder detener el paso. Escalofriante, totalmente fuera de sí. Hacía unos instantes se encontraba algo más que lúcido. Incluso sonreía lujurioso mientras leía un libro de Harold Robbins. Sin embargo, pronto le devinieron raros pensamientos que ,de vez en cuando lo atormentaban. Nunca había considerado a tales propósitos como posibles, siempre estaban ahí, a la deriva. Meditó. No había posiblidad. Era un tonto si seguía siendo partícipe de un juego en el cual no era el protagonista. "No hubiese cambiado" pensó. Y es que la insociabilidad, la represión, el estoicismo, no tienen comparación con el dolor,la desilución, la idiotez.
Era mejor estancarse, no había duda. Inventar; crear situaciones, contextos, estaba de más. ¿ Si la quería? Evidentemente. Nuestro ¿protagonista?, ¿antagonista? (espectador es la palabra). exteriorizaba sus pensamientos y quereres según sus instintos, no como "los normales". Las palabras eran su mejor vehículo, pero insuficientes para lo que deseaba. Entonces se adentró a un ignoto terreno. Al terreno de las caricias, las miradas, los gestos... Cuando los adoptó se acostumbro a ellos. Lamentablemente para él, sucumbieron con una inmediatez no insospechada. Tan solo era espejismo. No existía ni el más mínimo indicio de amor.
Detuvo el paso. Buscó por debajo de su cama unos discos antíquisimos y polvorientos. Seleccionó dos de ellos y los llevó hacia su tornamesa. Aquella que solo era utilizada en momentos como éste. La musicalidad era precisa y repetitiva. Su rostro señalaba la nada. Se encontraba frustrado, idiota; pero aún así seguía queriéndola.Cantaba : "Cuando acalle la melodía dejarás de ser mía".