No es amor al chicharrón, sino a Lurín

Posted: miércoles, 7 de diciembre de 2011 by Cristhian Zamudio Calla in Etiquetas: , , ,
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Llevo más de media hora esperando un autobús que me traslade a Lurín, distrito ubicado al sur de Lima. Durante mi estancia, en el Paseo Colón, he contabilizado ya cuatro carros colmados. Fiel a mis principios (y a mis finales) decido aguardar un transporte público que, en lo posible, tenga un asiento.

Para mi suerte, una voz retumbante me “invita” a subir a un carro semivacío. Es una cobradora que a primera vista confundo –y no solo por la voz- con un cobrador. “San Bartolo San Bartolo; Lurín Lurín”, grita.

La puerta

Posted: martes, 31 de mayo de 2011 by Cristhian Zamudio Calla in
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No hay llaves
en mis bolsillos de arena.
No me abren,
si llamo a la puerta.

Estoy tan solo...
en una calle de abejas.
Abejas de todo tipo:
Zánganas sin ganas
obreras, sin Brera.
Abejas sin reinos,
abejas reinas.

La princesa 'Chavela'

Posted: viernes, 22 de abril de 2011 by Cristhian Zamudio Calla in Etiquetas: , , ,
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Isabel Chimpu Ocllo llamábase una ñusta del incario, madre del Inca Garcilaso de la Vega. Conocía ya ese dato. Sin embargo, muchos de ustedes- especulo- han de ignorarlo, y no los culpo. Mi ex colegio adoptó aquel nombre como homenaje histórico. Y es que claro, había que conmemorar a la procreadora del famoso cronista mestizo. ¡Menudo homenaje que le hicieron!

Estudié pues en aquel colegio de nombrecitos peculiares. Por lo menos se sabía que ese ignoto personaje era una mujer. Isabel era un nombre formal y prudente, pero el apellido distaba mucho de serlo. Así que decidí llamar a la mamá del Inca Garcilaso, y también de los dispares estudiantes: “Chavela”. Chavela Chimpu Ocllo. Era un encaje perfecto.

¿Pero, quién era Chavela?

Azul

Posted: lunes, 7 de febrero de 2011 by Cristhian Zamudio Calla in
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He de mirar tu rostro
En otros rostros
Tus labios en otros labios
Tus ojos en otros ojos...

He de encontrar rosas
Girasoles, geranios
Flores que primaveren otoños
Ramos que afloren tus manos

He de buscar palabras
versar prosas
Prosar versos
He de escribir tu nombre en cerros

Todo he de hacer
He de emigrar hacia tu norte, Azul
Tocar la puerta del alba
Y encargar a su luz, mi luz.

"La mujercita"

Posted: lunes, 6 de diciembre de 2010 by Cristhian Zamudio Calla in
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Sabe uno cómo la miraba. Quizá mis ojos se asemejaban a ojazos de pulpo. Quizá mis parpados no oscilaban por temor a dejar de verla, segundos. Si los gritos de una enojada señora no retumbaban en mis oídos, probablemente hubiese seguido mirándola, a pesar de ya no encontrase allí.

Recuerdo que devolvió mi mirar con cierto recelo. Sabía quien era. Me había visto algunas veces, en el mismo lugar de siempre.

Quimera

Posted: domingo, 25 de julio de 2010 by Cristhian Zamudio Calla in
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Eran sus ojos
pública invitación al embelezo

Eran sus labios
pequeños destellos
osados
bermejos

Eras tú
quimera incipente
Que nace
y en el instante muere

"Tercera persona"

Posted: domingo, 20 de junio de 2010 by Cristhian Zamudio Calla in
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Porque soy una tercera persona...


Yacía en su cuarto. Caminaba de un lado para el otro sin poder detener el paso. Escalofriante, totalmente fuera de sí. Hacía unos instantes se encontraba algo más que lúcido. Incluso sonreía lujurioso mientras leía un libro de Harold Robbins.
Sin embargo, pronto le devinieron raros pensamientos que ,de vez en cuando lo atormentaban. Nunca había considerado a tales propósitos como posibles, siempre estaban ahí, a la deriva. Meditó. No había posiblidad. Era un tonto si seguía siendo partícipe de un juego en el cual no era el protagonista. "No hubiese cambiado" pensó. Y es que la insociabilidad, la represión, el estoicismo, no tienen comparación con el dolor,la desilución, la idiotez.

Era mejor estancarse, no había duda. Inventar; crear situaciones, contextos, estaba de más. ¿ Si la quería? Evidentemente. Nuestro ¿protagonista?, ¿antagonista? (espectador es la palabra). exteriorizaba sus pensamientos y quereres según sus instintos, no como "los normales".
Las palabras eran su mejor vehículo, pero insuficientes para lo que deseaba. Entonces se adentró a un ignoto terreno. Al terreno de las caricias, las miradas, los gestos... Cuando los adoptó se acostumbro a ellos. Lamentablemente para él, sucumbieron con una inmediatez no insospechada. Tan solo era espejismo. No existía ni el más mínimo indicio de amor.

Detuvo el paso. Buscó por debajo de su cama unos discos antíquisimos y polvorientos. Seleccionó dos de ellos y los llevó hacia su tornamesa. Aquella que solo era utilizada en momentos como éste. La musicalidad era precisa y repetitiva. Su rostro señalaba la nada. Se encontraba frustrado, idiota; pero aún así seguía queriéndola.Cantaba : "Cuando acalle la melodía dejarás de ser mía".